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Feliz primero de octubre, gente mía. Me disculpo por mi larga ausencia y por sólo haberos dado una entrada en septiembre. Pero tengo una excusa (no muy buena, como siempre)...
¡He vuelto a clases!
¡Y no sé por qué me alegro de ello, joder!
Hace dos semanas, empezó mi último año escolar, y con él comenzaron mis migrañas, mi vuelta a un sistema de sueño regular y mi regulación de internet (porque, aunque no se pueda creer, dormirse a las dos de la mañana en día de semana es malo para la salud). Y las tareas.
Sí, por supuesto que he tenido tiempo de sobra para dedicarme al blog, pero lo que me hacía falta era material para exprimir y explotar aquí. Cosa que ya he conseguido.
Esta entrada no es más que un anuncio de lo último que ha pasado en la vida de su servidora y de lo que podréis esperar próximamente: quejas a los profesores, quejas a las obligaciones, quejas a los compañeros de clases, quejas, quejas, quejas...
¡Ah! Y más... redoble de tambores, por favor.
¡La Amiguis Bruta! Así como he vuelto yo a las andadas, conmigo ha venido Cristina a dar rienda suelta a sus conocimientos (o su falta de ellos) en el nombre del humor, las empanadas y las mandocas.
Dando final a este anuncio, me despido dejando registro de las palabras más sabias que he oído en mi vida expresadas por el hombre más sabio en uno de sus pensamientos de Libertador:
"No hay papel".
Simón Bolívar.