miércoles, 2 de mayo de 2012

Si la vida te da limones...

  El otro día estaba caminando por la calle cuando se me cae una moneda del bolsillo que se va rodando y rodando y rodando hasta Japón donde se lleva por delante a Vakimon, en monstruo vacadigipokébakumongan de dos patas y culo con estrías, hasta hacer una parada técnica en Trinidad y Tobago, donde un negro de pelo achicharrado por el erróneo y constante uso de la plancha barata de su hermana tukky les invita a bailar a son del Cachi Chién hasta que se dio cuenta de que estaban a punto de agotarse las astas de alce que vendían al compre tres y pague dos más, así que se fue derecho a Canadá para tomar un buque volador a Bangkok y comprar más pinzas de vello nasal para llevárselas a Escocia, que es donde desperté luego de que el cabello me creciera para adentro y mi cerebro se lo acomodara como si fuese el bigote del muñeco de las Pringles, cuya cara es blanca y no negra como la del vago de la esquina derecha superior de mi cuadra que parece más un triángulo que un círculo.

Y así fue como aprendí el verdadero valor de la amistad.
Fin.