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Creo que voy a hacer de los "Códigos DaSandra" una serie de críticas o análisis...
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El profesor de Literatura nos ha mandado otro análisis, blablablá, saqué veinte, blablablá, y como no tengo nada mejor que hacer lo voy a poner aquí.
Yo analicé "La luz es como el agua", un relato de los "Doce cuentos peregrinos" de G. G. Márquez, y no lo encuentro en internet (tampoco es que me vaya a molestar en fajarme en buscarlo... y lo tenía en un libro) así que si quieren leerlo antes de ver el análisis... ¡pues se joden!
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Introducción.
Esta vez es el turno de analizar Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez. No creo que este autor necesite presentación alguna y mucho menos que tenga que decir de qué trata el libro, dejando de lado de que, por ser doce cuentos como recalca el título, hay doce tramas diferentes y podría llevarme el tiempo que no tengo.
Como se supone que hay que escoger uno de los cuentos para analizarlo, estuve tentada a poner los títulos en una taza, revolverlos y sacar uno al azar, o tal vez hacer un “tin-marín”. Me llevé una pequeña sorpresa al encontrarme con un pequeño relato ya leído hace uno o dos años para una vieja tarea de Literatura, allá, por los tiempos donde yo cursaba octavo o noveno. Para acortar las cosas, y decir la verdad, escogí La luz es como el agua porque ya me lo sabía y porque, en un ataque de nostalgia, volví a ojearlo y me encontré con las cosas más cómicas que haya visto en un buen tiempo.
Este García Márquez es tremendo comediante.Y en esta ocasión no se adjuntará el cuento en cuestión porque la tinta cuesta dinero, cosa que en estos tiempos no sobra.
Análisis.
Como ya le he dado una presentación “adecuada” a La luz es como el agua, el cual, por favor, lea antes de empezar el análisis, lector o lectora mía, pasaré al grano.
Me molesta de sobremanera buscarle el significado “trágico-misterioso-traumático” de las cosas para justificar que hayan sido escritas, porque no todas las razones detrás de todas las palabras son profundas. Estoy segura de que el motivo detrás de este relato es tan hondo como un hoyo que llegue a China porque es García Márquez de quien estamos hablando, todo lo que hace es intenso.
Y se me viene una pregunta a la cabeza… ¿Y si él quisiese que pensemos semejantes cosas?
Puede que no haya ningún motivo, suceso o idea profunda detrás del relato en cuestión. Puede que el único objetivo del cuento sea mostrar la inocencia y la perseverancia, que raya en terquedad, que muestran un par de hermanos para conseguir lo que quieren.
Vayamos con el relato. Totó y Joel quieren un bote de remos (con sextante y brújula) como premio por haber ganado el laurel del tercer año de primaria. Su padre no se los niega y les dice que lo comprará cuando vuelvan a Cartagena, porque en el piso donde viven, el quinto del número 47 del Paseo de la Castellana, en Madrid, vivían muy apretujados. Como todo infante, los niños insisten y lo consiguen. Ahora hay un bote de remos guardado en el apartamento listo para acumular polvo, porque ¿a dónde llevarían un par de niños un bote de remos para navegarlo en Madrid?
Por alguna razón, los adultos de ahora tienen el pasatiempo de subestimar la imaginación y la persistencia infantil, tal vez sea porque han olvidado sus años de críos y se concentren en cosas “importantes”. Y teniendo niños como Totó y Joel, éste podría ser un gran error. Los padres se van del piso y dejan a los niños solos. Sin supervisión alguna. Y con un bote de remos.
–¿Y dónde van a meter esos críos el agua suficiente para navegar en un bote? Más importante, ¿de dónde van a sacarla? ¿del cielo? –preguntó alguien, quien ignora completamente de dónde cae la lluvia, con quien discutí el cuento.
Entonces, contra toda lógica y porque el narrador (¿García Márquez tal vez?) se los dijo, los niños rompen un bombillo e inundan el piso entero. Posiblemente los edificios en España se construyan de una manera ligeramente diferente a como los hacen aquí en Venezuela, pero yo he roto un par de bombillos en mi vida y lo único que sale son los pedazos volando y una que otra chispa.
Ahora, yéndose por el lado literal y sin cuestionarse cómo sacaron agua del sistema eléctrico del apartamento, los niños inundaron todo y empezaron a navegar. Muebles y cachivaches varios iban de aquí para allá. Que cómo hicieron para dejar todo como si nada para el momento en que llegaron sus padres es un misterio, así como también lo es cómo no se dañó uno que otro electrodoméstico.
En el caso de que el apartamento se haya inundado de luz, entonces la simple visión de Totó y Joel raspando el suelo con los remos en el bote y usando los instrumentos de dicha nave me es hilarante. Así como lo es también cuando consiguieron los trajes de buceo y se pusieron a “indagar las profundidades del agua” en el suelo. De imaginarme a uno de los niños revolcándose en el piso vestido de buzo me carcajeo toda.
Todo pierde sentido cuando sus padres vuelven a salir una tercera vez, dejando a los niños solos, con un bote, trajes de buzo y sus compañeros. Sin ningún tipo de supervisión. De nuevo.
Totó y Joel juegan con su bote y sus trajes de buzo, lo normal en este relato, todo objeto termina flotando por algún lado y la luz llena el piso entero. Pero los demás niños orinan en macetas, beben el licor de los padres y cantan una versión vulgar y ofensiva del himno de su escuela. ¿Cómo hacen esos chicos todo lo anterior mientras el apartamento está inundado? O tal vez nunca lo hicieron, porque quedaron “eternizados en el momento”, lo cual podría significar que tenían la idea, la iniciativa de cumplir con un cometido, pero nunca pudieron realizarlo porque ya no les quedó tiempo, porque no esperaban encontrarse en medio de las aguas y porque sus pulmones se llenaron de líquido, dejando nada de espacio para el aire “pues habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había rebosad, y todo el cuarto año elemental de la escuela San Julián el Hospitalario se había ahogado en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana”.
Tratemos de entender un poco más a los personajes.
Totó y Joel están llenos de inocencia tierna y de perseverancia, viven en un mundo lleno de aventuras donde su imaginación es el límite y siempre consiguen lo que quieren. Pero también son tercos e interesados. Sólo hacen las cosas bien cuando saben que hay algo que les interese obtener. Son un par de malcriados, porque se nota que sus padres, al final, terminan dándoles aquello que deseen.
Los padres, parecen una pareja cualquiera con una familia cualquiera, comen juntos, recompensan a sus hijos cuando salen bien en el colegio y a veces salen a revivir aquellos años pasados de cuando fueron jóvenes. Pero el padre es débil y la madre no sabe imponerse, porque el primero les compró el bote a pesar de que sólo iba a causar problemas y la segunda no hace nada al respecto, se deja llevar. Además, también son un par de irresponsables hasta cierto punto, porque dejar a un par de niños menores a los once años y traviesos como ellos solos no es algo que un padre ejemplar apruebe. Mi propio padre, seguidor de García Márquez, no ve dicho comportamiento con buenos ojos (y no me dejó sola en casa hasta los trece). Aunque tal vez estos padres no conozcan tan bien a sus hijos como ellos creen y no sepan de qué son capaces, lo cual indica que son distantes y dedican poco tiempo a enterarse do cómo piensa y actúa su propia familia.
A pesar de que estuve evitando mezclar los hechos del cuento con lo que creo que pudo haber sucedido en la vida del autor, no pude evadir suponer que los niños representan el anhelo de revivir aquellas aventuras de la niñez, que los padres son un reflejo de los propios progenitores de García Márquez y que los otros chicos con los que Totó Y Joel iban al colegio representan el ambiente en que el autor pudo haberse desenvuelto.---------------------------------------------------------------------------------------------------------
La luz es como el agua - Gabriel García Márquez. No tengo ningún tipo de poder sobre el relato en cuestión ni obtengo ningún tipo de beneficio monetario de esto.