Recuerdo mi vieja faceta de "otaku-emo-depre-yunavergaquenotienenombre", que tuvo su mayor auge a mis trece años, y me sorprende lo mucho que mi autoestima ha aumentado desde entonces. Ni se crean, tengo un auto concepto muy malo de mí misma, pero si lo comparamos con aquellos tiempos... Dejémoslo en que el valor numérico que representaba mi autoestima era un cero negativo.
Flamer: L 0 negativo no xiste!1!!uno!!! fayas mate x100preee !!!!!11!!!!!1!!!once!!
Exacto, no existe. Y, de paso, tengo veinte en línea en matemáticas (hasta hoy, creo), gracias.
Volviendo al tema, si bien mi autoestima estaba relativamente alta estos últimos días, hoy sufrió el mayor bajón de mi historia como pseudo-ser humano.
Primero, el profesor de Literatura fue hoy al colegio para recoger los reportes que no fueron entregados el lunes (el día que debían ser entregados... al menos para Humanidades, yo que sé) y algunas personas aprovechamos para preguntar qué le habían parecido los trabajos que ya tenía. Como yo había hecho mi trabajo tarde, con sueño y sin muchas ganas no estaba segura de mi nota, iba a ser alta, sí, pero no creía sacar la nota máxima y sigo sin creerlo, más que todo porque aún no veo mi nota.
El profesor empieza a hablar de los trabajos y le pregunta a una amiga qué va a estudiar en la universidad, ella responde "psicología, tal vez música" (o algo así) y él le dice que tiene que irse por letras, porque su trabajo estaba excelente y uno que otro cumplido más... Luego repite lo mismo sobre dos o tres compañeras. El punto es que soy yo la que quería estudiar esa carrera (junto con idiomas y psicología) y si bien los celos causados por la situación fueron, infantiles, irracionales y completamente estúpidos, no pude evitar sentir que el talento que creí oculto en mí era una mierda, es una mierda y será una mierda por los siglos de los siglos, amén.
No es culpa del profesor, no es culpa de mi amiga por ser buena en algo y mucho menos es culpa del destino o del karma. En todo caso la única culpable sería yo por apestar a la hora de escribir.
Sintiéndome un poco mejor cuando volví a mi casa del colegio, pasé la tarde de lo más normal, leyendo un poco, jodiendo por ahí, matando gente en F.E.A.R., durmiendo, lo normal. A eso de las siete y algo voy a ver cómo le va en la vida a mi tío (quien vive con nosotros ahora) y me encuentro con que él está tratando de hacer un trabajo en un programa de computadora. Como la mayor parte de mi familia materna, mi tío se estaba partiendo la cabeza porque no sabía hacer algo que en ese momento consideré "la verga más sencilla del mundo”.
No lo era. Busqué en todo menú habido y por haber, presioné botones como si el destino del mundo dependiese de ello y creo que casi hago que se cuelgue de tanto golpe que le di (porque si a golpes no se resuelve, solución no tiene). Al final sí encontré la opción que mi tío necesitaba, el problema era ahora buscar la opción que cancela la opción anterior (say whaaaat?) para que no se aplique a todo el documento.
Yo, que se supone que soy la avanzada en computación en la familia, descubro que mis habilidades no valen un rublo y que quiero sentarme en posición fetal en un rincón por el resto de mi vida.
Sé completa y enteramente que siempre va a haber alguien mejor que tú en cualquier cosa (y que el objetivo de la vida es superar a ese alguien para luego ser tú el o la mejor) pero el mayor problema con mi vida es que todo lo que yo creía que hacía mejor que otros (eran pequeñas cosas, pero me hacían sentir que era buena en algo, como mínimo) lo hago mal o lo hago de una forma mediocre o hay alguien que lo hace diez mil veces mejor.
En este momento me siento ridícula por andar "llorando sobre leche derramada" y me hace falta una buena cachetada para volver a la realidad.
Mi vida entera es una "sucesión sucesiva de sucesos" que entran en la categoría de fallos épicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario