martes, 15 de marzo de 2011

Makroaventuras, o ¿me hubiese quedado en clases?

El día de hoy se supone que todos los del salón debíamos de exponer sobre el arte paleo-cristiano, el bizantino, el románico y el gótico. Mi grupo fue el primero y yo saqué diecisiete, todo miel sobre hojuelas porque, además de la clase de latín que vendría veinte minutos después, el resto del día iba a ser una gran pérdida de tiempo.

Entonces se me "prendió el bombillo" y sin perder ni un minuto llamé a mi madre para que me viniese a buscar. Así podría ir a mi cita con el odontólogo de una vez, y no tener que esperar a que las otras siete personas que van al mediodía se me adelantaran, y aprovecharía el tiempo para dormir lo que no dormí en la noche (puta noche en vela que pasé...).

La cita con el odontólogo fue normal, así de rápido había comenzado, así de rápido había terminado. Entonces, como si fuese cosa de familia, a mi padre (quien me llevó a la cita) se le ocurre la idea de ir a Makro para hacer la compra. ¿Por qué no a Centro 99, DeCándido o a EnnE? Pregúntenle a él...

Makro, Centro 99, DeCándido y EnnE son supermercados y resáltese el "súper" en el caso de Makro, en serio. Porque Makro es MAKRO... es decir, es "mollejúo" (grande), y también es famoso por esos carros lo suficientemente grandes para que uno se siente y lo lleven, todo aquel que no ha sido llevado en uno de esos carros o no tuvo infancia o simplemente no es maracucho.

Llegamos, entramos, dimos vueltas y vueltas y vueltas buscando las cosas de la lista, como toda persona normal, y cuando terminamos, como media hora después, nos fuimos a la caja...

-Tarjeta rechazada.

¿Cómo? mi padre vuelve a pasar su tarjeta.

-Tarjeta negada.

Y la vuelve a pasar...

-Tarjeta negada.

Y la vuelve a pasar...

-... Tarjeta rechazada.

Teníamos el carro rebosante, media hora esperando además y un pájaro casi me caga encima (pero es que las palomas se meten en el súper estos días). Y ahora nos rechazan la tarjeta...

-¡¿Marico, qué es la verga?!

O eso hubiese dicho si no mi padre no me jala y nos vamos derecho al apartamento. Durante el trayecto yo me pongo a pensar si todo ha valido la pena o si hubiera sido mejor que me quedara en el colegio.

Ey, prefiero mil veces sentarme en una silla llena de vidrios rotos que estar oyendo a la profesora de religión... y estos días por partida doble, no me jodas. Siendo sincera, sólo me estoy confirmando en el colegio porque es gratis, es menos tiempo (tres meses y es mucho, en una iglesia son dos años de preparación) y así me saco una cosa más de encima.

Pero puedo decir, cruzándome el corazón, que mi "makroaventura" fue la verga comparado con lo que sea que habría visto en clases.

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