¿Recordáis aquella entrada, a mediados de febrero, donde hablaba de las suegras y las abuelas y de cómo la mía me "adora"?
Bueno, para hacer la cosa corta: las suegras del cine son reales y mi abuela es la evidencia de ello. Fin.
Pero todo iba bien, cada quien por su lado sin molestarnos ni invadir el espacio del otro.
Hasta ahora.
Porque mi abuela va a quedarse en mi casa una semana y mi madre está que se tira de la ventana. ¿Queréis saber la cereza del pastel? Que mi padre se ha ido de barra por ahí y nos ha dejado a su madre a nosotras. ¿Pero qué coño?
Si la idea fue de él, me pregunto por qué carajo/mierda/coño/verga es él el primero que sale corriendo. Ustedes pensarán: "tiene derecho a salir, a despejar su mente del trabajo, probrecito, blablabá...". Hay un pequeño problema, si bien hay problemas en casa (como en todas las demás casas normales), con o sin mi abuela esos problemas no van a desaparecer. Lo que quiero decir es que mi padre se la pasa tumbado en un sillón jodiendo la paciencia cada cinco minutos, si quisiera salir saldría, pero no.
Solamente le da por salir cada vez que la abuela tiene que quedarse por tiempo "semi-definido" (el semi es porque siempre se queda más de lo indicado, y eso jode).
¿Sabéis que es peor? Una amiga tenía su primer concierto de solista. Adivinen quién coño no pudo ir porque su padre se fue de botellón por ahí (de nuevo) y mandó a su hija a cuidar a la vieja. Adivinen, adivinen.
Una pista: la respuesta empieza con "San" y termina con "dra".
No saben cuánto quiero pegarme un tiro. O mejor, pegarle un tiro. Yo como que voy a llamar a Cristina para que, mientra caza abuelas imaginarias, se lleve a la mía por delante, a ver si así sí mata a alguna abuela de verdad.
En otras noticias (y para distraerme un poco), declaro el día de hoy como "El día de la Auto-Propaganda". ¿Por qué? Porque me gusta hacerme propaganda de forma descarada.
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