No he escrito mucho en estos días porque estoy tratando de superar un trauma. Un muy gran y feo trauma. No, no es tan feo como una de las profesoras que da biología en el colegio... Bueno, tal ve... No, no lo es. Pero aún así fue bien feo.
Déjenme ilustrarles.
Viernes, mil docientas quince horas.
Patio de secundaria.
Martín: (*aparecido de la nada*) Ey, Sandra, ¿qué hay para el lunes?
Sandra: Bueno, el bosquejo de Pre-militar...
Martín: (*sacude el brazo roto frente e mi cara*)
Sandra: ... ¿Algo que puedas hacer? Estudiar para el martes, que es el exámen de Historia.
Martín: ¿No era escrito? (*vuelve a sacudir el brazo guiñándome un ojo*).
Sandra: (-Qué asco-) Y en pareja. Tu pareja escribe y tú le dictas.
Martín: (*poniéndome la mano sana en el hombro*) ¿Y tú ya tienes pareja?
Sandra: (-Corre, niña, corre-) Sí... Voy a hacer el exámen con Eliza...
Martín: Se me adelantaron, carajo. Bueno, nos vemos, cariño.
Sandra: (-De puta madre...-) Dale, nos vemos...
Bueno, el lado bueno de las cosas es que no me pasó lo mismo que a Viviana. El malo, que nuestro Latin Lover me ha pegado el ojo. Asco.
Martín no me cae mal pero no es santo de mi devoción y... bueno, eso, en las sabias y grandes palabras de Adela sería como que: Mijo, pero qué haces, osea... No.
Ese fue uno de esos momentos donde esas piernas que tiene uno no responden, y sólo se puede sonreír tratando de parecer meramente cortez, cuando lo que se quiere hacer es mandar a los demás a la mierda y huir despavoridamente.
Como cuando los padres le cuentan a los niños que San Nicolás no existe.
O cuando les explicas a tus padres que reprobaste algo.
O cuando conoces a los suegro del novio/a de turno.
O cuando, haciendo la cola del supermercado, a la vieja buenorra que tienes atrás le tocan el culo y la mujer te golpea a ti, aunque estés pasándole el dinero al cajero y seas otra mujer. Casada. Con tres hijos. Y que el cacho sea el que te esté acompañando.
Pero también existen esas situaciones donde lo retiene a la gente no es uno mismo, sino alguien más. Léase, la mayoría de las veces que me hacen hacer de lámpara para Sara y Gilbert. O en los exámenes, que Moira no me deja entregar mi hoja porque la tiene ella. Y en la mayoría de las reuniones familiares donde la gran parte de los que van son los abuelos donde la abuela se pasa toda la noche tratando de matar a mi madre sin que nadie se de cuenta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario