miércoles, 9 de febrero de 2011

Si creían que las colas en Mercal por el pollo eran largas...

... Las colas para copiar la materia del cuaderno de alguien más lo son mucho más.

En nuestra época estudiantil, todos hemos pasado, estamos pasando y pasaremos por la etapa de pedir o prestar los cuadernos. La verdad, aquella persona que haya pasado toda su vida sin pedir un cuaderno prestado o ha de haber sido un garrota o de haber prestado atención y nunca haber faltado (sí, claro).

Y la persona que nunca haya prestado uno ha de haber sido un simple hijo de puta. O al pobre nunca se lo pidieron... con lo que se convierte en "el negreado de la clase" (marico, qué triste).

A mí toda la vida me han pedido cuadernos y, como no sé decir "no", siempre los presto (cosa que ha cambiado más o menos últimamente) confiando que me los van a devolver pronto o, como mínimo, antes de la clase. La situación general.

Ni tan general.

Hay siete cuadernos que nunca he vuelto a ver. Desde hace ya tres o cuatro años, sino más, porque también me faltan otros de primaria. Pero si me los devolvieran sólo ocuparían espacio así que ya no es tan importante... Sí lo fue cuando tenía que estudiar para un examen final y no tenía la materia copiada en ninguna parte así que no pude estudiar (igual saqué 18, ¡por favor!).

Pero yo también me he quedado con los cuadernos por mucho, mucho tiempo... Como con el de Pre-Militar de Moira, lo tuve por más de un mes, claro que siempre lo llevé al colegio y ella me lo devolvía.

Aunque no siempre los devolví, porque allí, llenándose de polvo, ocupando espacio no tan útil y atormentándome... de vez en vez, está aquél cuaderno sin nombre de letra que no logro descifrar... Apuesto en dinero que tengo en la mano (cero) a que es de Casandra. Pero no tendría punto que me lo pidiera porque como que el TERCER GRADO acabó hace un buen rato, ¿no creen?

Dejando el tema de los cuadernos abandonados, pasemos a hablar de aquellos cuadernos que tienen fila de espera. En especial los de matemática

Hoy me preguntaron trece "y medio", porque el Chiquitín no cuenta como un ser humano entero, personas si les podía prestar mi cuaderno, que estaba en la mesa de al lado siendo copiado por otros cuatro irresponsables.

Ignoremos el hecho de que a mí también se me había olvidado la tarea... ¡pero la terminé yo sola, lo juro!

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