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Díganle a Alejandro Hernández que la he encontrado.
Ayer fui al cine con unos amigos, entre ellos Cristina estaba (sí, a lo Yoda).
No sabíamos qué película ver y yo sugerí "El Avispón Verde" (The Green Hornet) a la vez que Cristina gritaba que quería ver "Más allá de la vida" (o algo así). Hay dos cosas que quiero mencionar antes de seguir:
-El Avispón Verde era "B" y Más allá de la vida era "C".
-Cristina es ENANA.
De paso todos somos menores de edad, y sólo nos daba tiempo de ver El Avispón Verde (Más allá de la vida ya estaba empezada).
Terminamos viendo El Avispón Verde muy a pesar de las quejas, los berrinches y las "caratoñas" de Cristina. La película me gustó a pesar de lo forzado de algunas actuaciones y de varios diálogos (muere gente, mucha gente, ¿cómo no iba a gustarme?), pero me hubiese gustado más si cierta personita no se me hubiese sentado al lado y se me estuviera tirando encima, hablando y sobándome.
Cristina es homófoba que jode (hasta donde yo sé). Yo soy la persona normal sin prejuicios contra los homosexuales.
Es ella la que se me tira a mí encima violando mi espacio personal. WTF???
Encima de que leía los subtítulos en voz alta y ¡ay! ¡las cosas que decía en medio de la película!
Cristina: ¡Qué película tan mala!
Al rato.
Cristina: ¡Menuda ridiculez!
Y si no era eso...
Cristina: (*hablando por BB a todo pulmón*) ¡Claro que no, amiguis! ¡Sí, ese tipo está re-buenote...!
Y más basura así que omito por el gran nivel de estupidez.
Claro que la guinda del pastel fue cuando yo comencé a contraatacar.
Cristina: (*aún hablando por BB*) ¡Claro que sí, amigui! ¡Ay, chama, no seas así!
Sandra: Cristina, hay gente sentada en frente de nosotros. Cierra el pico.
Cristina: Ay, ¿qué? Oh, Dios, qué pena... ¿Cómo te decía, amigui?
Sandra: (*agarra el BB y tranca la llamada*) Hay gente que sí quiere ver la película y estás en un cine, tienes que apagar el celular.
Y mi parte favorita:
Cristina: (*A todo dar*) ¡Ay, se acabara esta película!
Sandra: (*aún más fuerte*) ¡Ay, te callaras la jeta!
Todos rieron (menos ella).
Y así pasamos todo el rato.
Luego la tía tuvo el descaro de hacer que le diera la cola hasta su casa, aka: el culo del mundo. Le hizo dar a mi madre un montón de vueltas porque la pobre no se sabía guiar para llegar a su propia casa y de paso nos hizo escuchar las ¡oh-tan-interesantes! anécdotas de su vida cruel por ser una pobre incomprendida. Yo sólo quería gritarle: "Ey, a mí no me interesa, a nadie le interesa", que es lo que dijo, dice y siempre dirá un amigo, que también fue al cine con nosotros y tuvo que soportar a Cristina también.
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