viernes, 28 de enero de 2011

La clase de psicología o el chismógrafo humanista ¡confiésalo!

¿Recuerdan a la Borde, mi profesora de psicología? ¿La misma que dice que me porto mal? (Sí, el asunto me ha marcado y exijo venganza, ahora mismo me hago Lord... o Lady... Oscura y mato a los padres de algún niño por ahí al que le haré un rayo en la frente para que me mate él dieciséis años después).

Dejadme llevarlos de la manito, así como su fuesen niños buenos, a la clase de psicología de ayer. Estábamos hablando sobre la ¡¡¡MOTIVACION!!! ¡Aplausos! ¡Wiiii! (Marca registrada, efectos de luces gay no vienen incluidos en el paquete. Todos los derechos reservados) cuando de repente la clase se prende como si les hubiesen puesto un lanzallamas en los asientos.

La Borde pregunta qué es la motivación y, si bien dos o tres teníamos una respuesta concreta y normal para la pregunta, otros dos o tres empezaron a inspirarse como si se les fuera la vida en el discurso que dieron (los testamentos de Adela quedan cortos con lo que se oyó en esa clase).

En Humanidades hay gente hecha para los discursos y esa verga pero... ey, ya, no tienen que andar demostrándolo cada cinco minutos ni repitiendo lo mismo una y otra vez, ¡es como si quisiesen ser un intento fallido del Mico que manda!

Y siempre, siempre es lo mismo con la misma gente en la misma materia.

Es como si le dieran a un interruptor de "intensidad" porque no hay otra palabra. La clase se pone intensa y el número de personas que hablan aumenta de forma inmensa. Qué dolor de cabeza.

Si bien hay otras cosas que se consideran "intensas e inmensas" en el salón... no hablaremos de ellas... por favor.

Volviendo con la ¡¡¡MOTIVA...!!! Blargh, que se joda, con la motivación, la profesora empieza a hacer preguntas a diestra y siniestra, que cuáles son los tipos, que cuál es la importancia, que si es posible concebir la idea de una persona sin ninguna motivación... ésa última se gana la mejor respuesta por parte de Helen: Que una persona sin motivación no es una persona y (por favor, inserte más paja a niveles infinitos al cubo)...

Si bien la respuesta de Helen no era la gran cosa, sí fue la causa de uno de los sucesos más épicos en los que yo haya podido ser parte. Lo que pasó fue que al momento en que Helen acabase de hablar, la gran parte del salón (o al menos una proción de tamaño considerable) dijese, o preguntase, lo mismo:

-"Y entonces ¿qué es? ¿un marciano/alienígena/tu suegra?"

La frase más cagueta del año, sí, tal vez, pero no fue la frase en sí, sino que todos pensáramos lo mismo: cagarla nosotros y burlarnos de un argumento que fue formado con cariño... no, con cariño no, porque Helen hablaba como si estuviera en alguna pelea o debate de importancia mundial creyendo que sólo tal vez a más de tres pelagatos podría interesarle su discurso (y ni siquiera eso).

Pero ahí no acaba la cosa, ¿recuerdan cuándo les hablé de la gente a la que de verdad, verdad, le encanta hablar de su vida como si estuviera dictándole a alguien más para que hiciese un libro/película/lo que sea? ¿No? No me importa.

La profesora empezó a dar uno que otro ejemplo para ilustrar a las pobres mentes a las que no les de la cabeza (porque no les da), y medio mundo de mujeres usó la ocasión para desahogarse...

Helen: ¡Que mis padres y otros ahí me decían que estudiara una cosa pero yo no quería porque la que va a estudiar soy YO, la que va a trabajar soy YO y la que va a vivir su propia vida soy YO!

Sandra: (Nunca aprendí a jugar con un yo-yo... debería de volver a tratar).

Y luego va Celina gritando: "¡Mi papá es (*inserte profesión no audible para mis oídos*) y él es feliz! ¡Todos le habían dicho que no fuese eso pero ahora él tiene una compañía! ¡Y mi hermano igual! (*el resto del discursillo no es lo suficientemente audible o lo suficientemente interesante para seguir escuchando*)."

Moira, la que va detrás de mí, me comenta que...

Moira: Ey, mi tío es lo mismo que su papá (*refiriéndose al padre de Celina*).

Sandra: Y yo soy una loca.

Luego hago un par de morisquetas que logran hacer que Moira ría a pesar de que me miraba como quien quiere llamar al manicomio.

Entonces a la profesora se le ocurre ponernos un cuestionario en el cuaderno (¿encima de aquella tortura me hace escribirlo todo?) y pasa lo que siempre pasa.

Como las preguntas eran casi las mismas que las que había hecho al principio de la clase, como respuestas, copié casi todo aquello que destripé con odio unos párrafos más arriba añadiéndole más y más como si estuviese escribiendo con sangre, sudor y lágrimas(¡ay, qué dolor! ¡el mundo no comprende mi visionaria mente!).

¡Oh, la ironía!

Y casi al finalizar la clase, a la Borde le da algo y dice una estupidez sacada de las mismas profundidades de la idiotez humana:

La Borde: Vean, muchachos, la clase de psicología es para que ustedes se descarguen, se desahoguen. ¡Dejen volar su IMAGINACIOOON (*a lo Bob Esponja*)! Por eso es que quiero que dibujen, ¡exprésence en ese arte! ¡Sean libres!

Traducción: Estoy aburrida, no me gradué de psicología y quiero escuchar chismes. Corregir dibujitos es más fácil y mientras más gay, mejor. FIN.

Y así son las clases de psicología en Humanidades, dan ganas de venirse con nosotros, ¿no?

Post-Data:
Cristina no ha dicho nada en toda la clase por el simple hecho de que está de viaje, porque si no lo estuviese se hubiese unido a las otras contando los aspectos de su ¡oh-tan-interesante! vida que no nos sepamos aún, si es que queda alguno, y yo me hubiese suicidado con un borrador.

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